Este artículo aborda un problema de gigantes proporciones. Por ejemplo, en el caso de las enfermedades crónicas, sólo el 30-60% de los pacientes que ingresan a un tratamiento se toman los medicamentos, y son aún menos los que siguen las indicaciones de dieta y ejercicio.

Ante esto, muchos tratantes responden con retos, frustración e insistencia. Pero no sólo los médicos se frustran y enojan. *También los mismos pacientes se enojan con ellos mismos y piensan que deben esforzarse o exigirse más, ya que sólo con mayor sacrificio cumplirán bien con el tratamiento.

Estas reacciones de rabia y retos sólo funcionan a corto plazo, cuando el paciente pasa un susto muy grande. Pero cuando ya pasó el peligro, se vuelve a abandonar el tratamiento.

En este escenario, el paciente parece muchas veces autodestructivo o irracional. ¿Por qué no se toma los remedios o hace la dieta, si eso le hace bien?… “debe querer estar mal”.

Pero esta visión es más destructiva aún para el paciente. Porque además de no estar bien de salud, éste se recrimina y castiga, y recibe los retos del médico. O sea, sigue enfermo y además se siente pésimo consigo mismo.

Este artículo presenta otra perspectiva para ayudar a entendernos a nosotros mismos cuando no hacemos lo que nos conviene hacer.
Para esto, usaré como ejemplo los resultados de mi investigación de doctorado, focalizada en pacientes hipertensos que necesitan tomar medicamentos, hacer dieta y ejercicio.
Comencemos

Comprendiendo la conducta “auto-destructiva”

Generalmente pensamos que si no hacemos lo que nos conviene, o lo que es más saludable para nosotros mismos, nos estamos “auto-saboteando”.
Desde la psicología muchas veces también se habla de esto, por ejemplo con conceptos como: creencias irracionales, pulsión de muerte, masoquismo, resistencia al cambio, etc.

Pensamos que la conducta “autodestructiva” es mala. Aplicándolo al tema de hoy, que cuando el paciente “olvida” su remedio, o se come 4 empanadas en vez de una ensalada de pollo, está actuando bajo la influencia de una parte mala de él, se está destruyendo y tal vez quiere estar enfermo.

Esta forma de ver la no adherencia (o la conducta “auto-saboteadora”) tiene consecuencias prácticas. Por ejemplo:

  • El paciente se siente culpable y mal consigo mismo, por no poner de su parte ni querer estar bien.
  • El médico o terapeuta trata de convencer o combatir ese lado malo o irracionaldel paciente.
  • Entramos en una dinámica de ”empujar y resistirse”: Terapeutas insisten al paciente, tratando de motivarlo o retarlo para que siga el tratamiento. El mismo paciente se insiste y reta a sí mismo para “hacer lo correcto”. Pero mientras más uno empuja e insiste, más difícil es moverse. Y eso genera más frustración.
  • Finalmente, esto muchas veces hace que el paciente tire la toalla y abandone completamente: ¿Para qué seguir yendo al doctor si sólo me va a retar? ¿Para qué intentarlo de nuevo si no lo voy a hacer y me voy sentir culpable de nuevo?

Esta visión negativa y combativa de la no adherencia médica, de la resistencia al cambio y de la conducta “auto-saboteadora” es muy poco productiva. Es ineficiente. Además, es errónea.

Hay una alternativa.

Una visión diferente del “autosabotaje” y la resistencia al cambio

Hay otros teóricos que han planteado una nueva visión. Ellos señalan que nuestra conducta, incluso cuando parece auto-destructiva o dañina, es la mejor opción que reconocemos desde nuestra visión de mundo en ese momento. O sea, que esa conducta “irracional”, “auto-saboteadora” o “masoquista” tiene sentido para nosotros. Sólo que aún no lo hemos descubierto.

Esto cambia las cosas. Si mi conducta deja de ser “mala” o “auto-destructiva”, significa que no hay una parte nuestra que nos quiera hacer daño y perjudicar. En cambio, hay una parte nuestra que desea necesitamos entender. Pasamos de la lógica de luchar contra el enemigo interno, a comprender y empatizar con nosotors mismos. Y si logramos descubrir esa razón o propósito, se abren caminos para el cambio sin tanta auto-tortura.
Como afirma uno de estos autores, refiriéndose a la resistencia al cambio:

“hay razones para la resistencia que deben ser respetadas y comprendidas … cuando las personas erigen obstáculos para el cambio personal, lo hacen por razones que son válidas e importantes, tanto si están disponibles para el darse cuenta consciente como si no lo están”.

Por ejemplo, en el ámbito de la psicoterapia, se ha explorado el caso de pacientes con fobia social resistentes al tratamiento psicoterapéutico. Ellos inconscientemente asocian el mejorar su timidez con volverse agresivos y otros cambios no deseados en su personalidad, por lo que el “no mejorar” sería una manera de proteger aspectos valorados de su identidad.

Un ejemplo aplicado a la salud

Rodrigo, empresario, ha logrado manejar adecuadamente su hipertensión, sin embargo no logra bajar suficientemente de peso, a pesar de haber intentado hacer dieta en numerosas ocasiones, y haber mostrado una admirable fuerza de voluntad en otros ámbitos de su vida. Al consultársele por la enfermedad, él muestra claridad respecto de los beneficios y costos de adherir al régimen, mostrándose motivado y afirmando que no entiende cómo no logra bajar de peso. Al explorar los momentos en que se desvía de su dieta, menciona que suelen ocurrir cuando está trabajando. En sus palabras:
“El estrés es demasiado, todos los días. Antes fumaba, pero hace años que ya no lo hago. Ahora mientras negocio con los clientes me pongo a comer alguna golosina, sándwich, almendras…”.
Al consultarle qué ocurriría si en esos momentos de estrés él comiera sano en vez de golosinas, señala que “trato de comer algo sano pero si no me permito eso me vuelvo loco”.

En el caso de Rodrigo, la conducta de no adherencia (comer de más) cumple una función muy importante de regulación emocional. Por lo tanto, en la situación en que se manifiesta su conducta no adherente (momentos de mayor estrés laboral), aunque esa conducta lo perjudica en un sentido, es la opción “menos mala” dentro de las que percibe.

¿Qué hacer una vez que entendemos el sentido de la conducta “auto-saboteadora”?

Si la comprendemos, podemos entender su propósito o función. Y de esta forma, podemos explorar otras formas de cumplir el mismo propósito.
En el ejemplo, Rodrigo tendría que encontrar otra manera de manejar el estrés de su trabajo, que no implique fumar o comer golosinas. Si él aprende otra forma de bajar su estrés en esos momentos, ya no necesitará continuar con la conducta “problemática”.

Conclusión de esta parte

En este post hemos argumentado que nuestra forma habitual de reaccionar ante la conducta que parece auto-destructiva no es útil. Los retos, culpabilización, y el concluir que somos masoquistas y “queremos estar enfermos” no ayuda a resolver el problema. Sólo genera otro problema más.

Además, hemos introducido una nueva forma de comprender el que no sigamos el tratamiento, y en general las veces en que no hacemos lo que “nos conviene” hacer.

La próxima semana continuaremos con descripciones detalladas de las principales razones por las cuales pacientes con hipertensión no siguen su tratamiento. Aunque son aplicadas a este problema específico, se pueden usar para comprender otras situaciones en que no seguimos las indicaciones médicas.

Finalmente, en estos casos es extremadamente importante poder actuar con empatía y comprensión. Porque cuando no hacemos algo importante, generalmente tenemos buenas razones, que al menos merecen ser escuchadas.

Tal como señala Woody Allen:

”Podemos vivir hasta los 100 años si renunciamos a todas las cosas que nos hacen querer vivir hasta los 100 años”